J. López-Lago
Jueves, 26 de octubre 2017, 12:45
El hilo que conecta a los emigrantes en Cataluña con su tierra extremeña de origen tiene coletazos sentimentales en pleno desafío independentista.
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En Extremadura hay miles de familias que mantienen lazos con Cataluña. Estos días siguen la actualidad política con preocupación. Abundan los emigrantes que retornan al conseguir su jubilación y ahora, desde el pueblo, llaman a diario a sus hijos que se quedaron en Lloret, Sant Boi, Cornellá, Hospitalet, Calella, Mataró o Badalona, por citar algunas poblaciones que recibieron a los extremeños hace décadas. Lo hicieron con respeto y los brazos abiertos, recalcan ahora para subrayar lo incomprensible que resulta para ellos que el antiespañolismo se esté extendiendo donde ellos prosperaron. «Es que en Hospitalet lo mismo se celebraba la Feria de Abril que una matanza extremeña. La convivencia fue muy bonita siempre y alguna gente lo está estropeando todo», confiesa con rabia esta semana Isabel Bayón, afincada en Monesterio desde este verano después de vivir 45 años en Cataluña».
Fue en 1962 cuando el marido de Isabel, Manuel Chavero, se fue a Hospitalet. Diez años después se casaron y ella emigró también. 45 años han vivido en Cataluña. Hace tres meses regresaron a Monesterio, su pueblo de origen. «Me encuentro bien en los dos sitios, ahora tengo que volver porque tengo médico, pero en el pueblo tengo a mi familia. Lo que pasa es que allí tengo a mi hijo, que nació en Barcelona, ahora tiene 43 años y trabaja en la Seat. Siempre ha venido con nosotros, así que aunque es catalán está muy integrado en Extremadura», decía Isabel esta semana.
«Veo las noticias y me da mucha pena comenta al ser preguntada por la actualidad Nosotros nunca hemos tenido pegas allí. En mi bloque había de todo menos catalanes y yo este año no lo estoy pasando bien, estoy triste porque entre cuatro lo tienen todo revuelto y están enfrentando unos a otros».
Según explica, cuando le han hablado en catalán y ella ha respondido en castellano, le han seguido hablando en castellano. «No tengo pega ninguna hacia los catalanes. Pero no queremos saber nada de los separatistas, ni nosotros ni mi hijo».
A su lado, tercia Manuel, su marido. «La cosa está revuelta y esto compete a los políticos solucionarlo porque es una minoría muy pequeña la que está provocando los enfrentamientos. Yo nunca tuve problemas en Cataluña y solo queremos vivir en paz quienes nos sentimos, como yo, primero extremeños y después españoles», zanja este emigrante recién retornado.
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