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Salmorejo de remolacha del Honky Tonk de Monesterio
El Jamón de Honky Tonk

El Jamón de Honky Tonk

Fui a Ikea y descubrí en Monesterio un restaurante inesperado

J. R. Alonso de la Torre

Sábado, 4 de noviembre 2017, 10:53

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El sábado pasado fui a Ikea a comprar un cucharón y acabé encontrando, quizás, el restaurante extremeño con mejor relación calidad-precio. De paso, compré más cosas, pero perdí el Corsa. Al bajar al parking, yo creía haberlo dejado en el 2-J verde, pero no estaba allí. Lo encontró mi mujer en el 2-J naranja. Como la búsqueda nos agotó, decidimos que no estábamos para ir a comer al centro de Sevilla, que mucho mejor comer en Monesterio. ¡Nunca nos arrepentiremos!

Si les digo que el restaurante se llama Honky Tonk, pensarán ustedes como yo: es un chino. Si lo ven de lejos, en la calle peatonal de Monesterio, a un paso del ayuntamiento, con sus paredes blancas y desnudas, salvo un cerdo con sus partes comestibles dibujado en una pared lateral, tal vez duden muy mucho si entrar o largarse. Pues bien, no se dejen llevar por el nombre ni por la primera impresión. Entren sin miedo, siéntense en sus sillas de metal falsamente gastado, en sus mesas de aglomerado oscuro y patas de forja, con manteles de rafia y servilletas de papel reciclado.

Al instante, los atenderán camareros jóvenes y muy dispuestos, les entregarán una carta legible y sencilla y les pondrán un aperitivo de paté de cerdo con tostaditas de molde. Si quieren vino, la carta solo ofrece blancos, rosados y tintos de la tierra. Pero de la tierra inmediata: La Pelina, de Usagre, puro Matanegra, Balancines, PQ, Señorío de Badajoz. Vinos interesantes a descubrir como La Pelina Oro Merlot. Buenos precios (10-14 euros la botella) y 17 referencias.

Lo más caro de la carta es la ración de jamón ibérico de bellota de Monesterio (18 euros), pero es de primera, es generosa y se acompaña de una gran rebanada de pan con aceite, tomate y orégano. Los demás precios son increíbles, nunca vistos. La extraordinaria tabla de quesos extremeños (6), las tostas tremendas de lomo ibérico a la sal, tomate rosa y aceite de oliva El Robledillo (6) o de rosbif, bearnesa de vinagre bodegas Moreno y cebolla morada (5).

Sorprende el lomo de retinto extremeño de 200 gramos (9) o la media paletilla de cordero lechal extremeño asada (9). Probé un salmorejo de remolacha con loncha de jamón, bacalao ahumado, frutos secos y pimientos guisados que aún la recuerdo y se me hace la boca agua. ¿Su precio? ¡4 euros! La presentación es detallista, minimalista, exquisita. Las raciones, por el contrario, no tienen nada de minimalismo. En fin, creo que no hace falta que les confiese que el Honky Tonk me dejó asombrado.

Al acabar, pagué, dejé propina y felicité entusiasmado a la joven que dirigía la sala desde la barra. Me aclaró que no era la dueña, que los propietarios, Carlos y Javier Lancharro, estaban dando una boda. Javier es el jefe de cocina. Pero sigo contándoles: tomé hamburguesa de lagarto, ya saben esa carne del cerdo tan sabrosa, que picada y en hamburguesa es todo un hallazgo, en una chapata campesina con patatas fritas como dios manda y tres salsas.

Más: diversas ensaladas, pero cuidado, ensaladas del tipo tomate, solomillo ibérico marinado, queso fresco casero y pesto (4.5). Hay sopa fría de melona de Almendralejo y pepino (4) y, pasando a los platos «importantes», hay cochinillo ibérico a baja temperatura (5), presa ibérica a la brasa sobre verduritas agridulces (6) o con boletus confitado y cremoso de foie (6.5). No faltan los huevos rotos con jamón de Monesterio y aceite de Trufa (5).

De postre, crema de arroz con leche quemada, espuma de galleta maría con choco krispies (3), helado casero de avellana sobre bizcocho de zanahorias o maceta de tiramisú con frutas del bosque (4).

La carta merece ser recogida entera y no me he equivocado en los precios. También he de reconocer que tomé un mogote ibérico confitado y Ras el Hanout (4.5) que no me emocionó y que el arroz con leche no estaba como el de mi abuela asturiana. Pero salí entusiasmado y estoy deseando volver a Ikea a por otro cucharón.

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